Gianfranco Castagnola: «Este no es el equipo con el que hubiéramos querido enfrentar una crisis de esta magnitud»

Entrevista a Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de APOYO Consultoría, en el diario Perú 21.

A pocos días de cumplirse cien días de la cuarentena, Gianfranco Castagnola evalúa las medidas adoptadas por el gobierno para enfrentar la pandemia en un contexto político y económico y concluye, sin reservas, que es necesaria una renovación del equipo ministerial. ¿Por qué? Estos son sus argumentos.

La pandemia iba a golpear la economía en el Perú, esto estaba claro, pero nos ha golpeado demasiado y la estrategia del gobierno para soportar y contener ese golpe, al parecer, no ha sido la adecuada. ¿Fue o no la adecuada?

Definitivamente, esta pandemia nos ha golpeado, sabíamos que nos iba a golpear, pero nos ha golpeado más de lo que debió habernos golpeado para el nivel que el Perú tiene como país. Esta cifra del Banco Mundial de proyección de caída de PBI del 12% para este año nos ubica como uno de los tres países en el mundo con mayor contracción, al ladito de Belice y de Islas Malvinas, países con economías mucho más pequeñas. Eso significa que hemos tenido una peor performance que países con sistemas de salud más precarios, con Estados más disfuncionales, con economías más débiles en términos de equilibrio fiscal, de reservas internacionales, de sistemas financieros, de desarrollo de aparato productivo. Por tanto, algo hemos hecho mal o muy mal para estar peor que países más débiles que nosotros. ¿Qué hemos hecho mal? Creo que hemos tenido problemas serios de gestión, de carencias, de aprendizaje de errores porque creo que todos saludamos el gesto que tuvo el presidente Vizcarra de implantar una cuarentena muy al inicio de la pandemia, fue apoyada por todos, pero, a partir de ahí, fue un cúmulo de errores, con excesos en la cuarentena y de una falta de sensibilidad para abrir poco a poco la economía, de dejar abiertos sectores o actividades económicas de otros países. La minería, por ejemplo, en muchos países del mundo nunca se cerró, actividades modernas que con protocolo pudieron seguir produciendo. Tenemos esta falta de sensibilidad sobre la producción y el impacto en el empleo, y también la gestión misma de una serie de áreas del Estado. Por ejemplo, en la ayuda a las familias a través de los bonos, ha habido grandes deficiencias que reflejan la debilidad de nuestro Estado pero que pudieron haberse gestionado mejor.

Somos el país más golpeado en América Latina y el tercer país con el peor manejo de su economía en el mundo. El gobierno se equivocó porque tuvo fallas al prever cómo enfrentar el tema económico. Otros países abrieron ciertas actividades y fueron protegiendo de manera focalizada a las ciudades dependiendo de cómo iban los contagios. ¿Qué determinó que en el Perú no se hiciera así? ¿Por qué fuimos a un confinamiento nacional y de tres meses y medio?

Lo que ha estado fallando, entre múltiples cosas, es la falta de un liderazgo dentro del gabinete que pudiera equilibrar las distintas posiciones. Creo que Economía ha tratado de hacer lo que ha podido hacer, pero los ministros de las carteras productivas nunca asumieron que su responsabilidad era tratar de mantener, cumpliendo los protocolos, vivas las actividades de su sector. Fueron muy débiles ante el Ministerio de Salud, que tuvo una posición dura y radical respecto de la importancia del tema sanitario; los ministros de Defensa e Interior privilegiaron el control de las calles y que no saliera la gente a trabajar y no hubo una sensibilidad respecto de lo que esto significaba: que la mitad de los trabajadores de Lima, entre marzo y mayo, han perdido su empleo. Creo que los ministros sectoriales tenían la obligación de defender sus sectores, haber apurado los protocolos, haber trabajado protocolos desde 16 o 18 de marzo que se decretó la cuarentena. No se hizo nada, se esperó a último momento, y se siguen dando largas para muchas actividades productivas. Las consecuencias están en esta hecatombe de la economía.

¿El MEF también tardó en reaccionar?

Creo que el MEF ha hecho lo que ha podido, pero creo que, en este gabinete, el MEF está un poco solo. No veo a ninguno de los ministros apoyar las iniciativas que el MEF ha tenido. Tenemos carteras como la de Trabajo, que es insensible a este tema. Las estadísticas sobre las solicitudes de suspensión perfecta, que son instrumentos absolutamente necesarios para la sobrevivencia de las empresas en esta coyuntura, son terribles. Se han presentado 29 mil solicitudes; a la fecha se han aprobado 230, menos del 1%. Están rechazando muchísimas sin ningún fundamento, poniendo en riesgo a empresas, actividades productivas relevantes para nuestra economía.

¿Por qué esa soledad en el MEF? Es ya una tradición en el Perú que el MEF es fuerte, formalmente el ministerio más fuerte es la Cancillería. Hace ya muchos años el MEF era fuerte. ¿Por qué no se impuso? ¿Qué faltó: experiencia, carácter, liderazgo?

Lo que hubo, más bien, fue soledad porque uno esperaría que el primer ministro se alinee con el MEF en tratar de controlar al resto de sectores, de imponer una agenda, un orden, y creo que nunca tuvo ningún respaldo. Me da la impresión de que la ministra de Economía, que es competente y que le mete muchas ganas a su labor, la he visto absolutamente sola. Excepto el canciller, que es una persona muy respetada y uno o dos ministros, no veo al resto del gabinete a la altura de las circunstancias para la mayor crisis que se ha enfrentado desde la guerra con Chile. Este no es el equipo con el que hubiéramos querido enfrentar una crisis de esta magnitud.

Al 27 de marzo, el MEF proyectaba una caída del PBI del 2%. Apoyo Consultoría, por esos mismos días, proyectaba una caída del 4.5%. ¿Había mucho optimismo en el MEF?

Lo que pasó es que nunca se proyectó una cuarentena de cien días. Se pensó que sería de 15 días, cuatro semanas. Nadie dice que había que regresar a todas las actividades productivas como si la vida no hubiera cambiado temporalmente por el COVID-19, pero ya había experiencia en otros países que, con protocolos muy rigurosos y con una fuerte campaña de comunicación a la población para el distanciamiento, uso de mascarillas, higiene, etc., que podía ser complementada con esto, podían mantener un mejor equilibrio entre el tema sanitario y el tema económico.

En el 2008 hubo una crisis de distintas características pero fue también financiera y global. Sin embargo, el Perú fue el país que mejor enfrentó esa crisis y caímos, como todos, pero nos recuperamos rápido y fuerte. ¿Qué se ha hecho distinto esta vez?

Esta crisis es mucho más compleja que la anterior porque ha generado una disrupción en nuestro aparato productivo. En 2009 crecimos apenas 1% y en 2010 crecimos en 8% o 9%. Eso no se va a dar ahora porque, más allá de lo que está ocurriendo, hay temas que nos preocupan muchísimo. Diría que hay cuatro frentes de inmenso riesgo para la economía peruana que preocupan porque tengo la sensación de que no solo estamos con una agenda equivocada, sino que estamos con una agenda con tendencia autodestructiva, es decir de destruir lo mejor que ha hecho el Perú en los últimos 30 años, que es la parte económica. Tenemos inmensos retos en la parte política y de funcionamiento del Estado, pero, al menos, la parte económica iba caminando relativamente bien. Veo fuerzas que están llevándola a destruir 30 años que podríamos, dentro de pocos meses, decir que fueron tirados al tacho. Primero, esta hecatombe de destrucción de trabajo, producción, de patrimonio de familias. Todos vamos a acabar más pobres, empresas, familias, el propio Estado. En segundo lugar, un altísimo riesgo regulatorio por el populismo desaforado del Congreso. En tercer lugar, se está empezando a arraigar en algunos sectores de la opinión pública un sentimiento antiempresarial que se manifiesta, por ejemplo, en las críticas absurdas a los alcances del programa Reactiva. Y, por último, estamos apenas a un año de saber quién será el próximo presidente del Perú. Creo que el inmenso signo de interrogación que tenemos de qué puede pasar en estas elecciones genera una incertidumbre que afectará la inversión privada. El regreso a una normalidad económica será más complicado.

Dijiste que dos millones de limeños perdieron su trabajo, pero a nivel nacional esto podría ser el doble porque Lima es el 50% del PBI. ¿Qué ministros debieran cambiarse para que empiece a generarse una recuperación del empleo urgente, vital?

Respetuosamente, porque creo que todos los ministros, mal que bien, han dedicado horas extras, han trabajado durísimo, tratando de hacer lo que pueden, y merecen nuestro reconocimiento… otra cosa distinta es que como ciudadano tenemos derecho a criticar su gestión. Acá el problema empieza con la cabeza del gabinete. Uno esperaría un liderazgo y una claridad de ideas del primer ministro, que está silente, hay críticas a Reactiva. Yo esperaría que, por ejemplo, saliera a defender el programa Reactiva, un pilar fundamental de respuesta que ha tenido el gobierno y no lo escucho. Entonces creo que se requiere algún tipo de renovación, y en carteras vinculadas a las actividades productivas. El sector Producción, Energía y Minas, Transportes son ministerios donde no se ve un sentido de urgencia. Hoy por hoy hay un sentido de urgencia por mover poco a poco la economía y que no se destruya más empleos. Cada quincena que pasa es una quincena donde empresas grandes, medianas y pequeñas no tienen ingresos; así van a entrar en insolvencia y van a cerrar. Y la gente que trabajaba ahí perderá sus empleos. La gran mayoría de las pérdidas de empleos son en pymes. Es dramático lo que pasa en el país, es penoso, es muy triste.

Yo también encuentro al primer ministro desahuciado, no tuvo carácter ni personalidad o que coincidía demasiado con el ministro de Salud, que llegó con una carga ideológica muy grande porque es parte del Frente Amplio, un movimiento que ha prácticamente tomado las decisiones en nuestro país durante la crisis de la pandemia y ahora vamos a pagar los peruanos los resultados. Entonces, la cabeza del gabinete que se dejó llevar de la nariz por este ministro, que no tuvo el liderazgo que debió tener al interior del propio Ministerio de Salud, tiene que cambiarse. Pero ha habido allí un problema de una carga ideológica, porque en las medidas dictadas por el gobierno hubo una tendencia, un tufo que me gustaría que me dijeras a qué tipo de doctrina, a qué esquema, se asemeja.

Lo que ha habido es una inmensa desconfianza al sector privado, que no ha participado en el manejo de la misma crisis sanitaria, donde pudo haber aportado bastante. Ni luego ha sido escuchado en la parte productiva y económica, de reapertura de las actividades productivas. Ha sido dejado de lado y demuestra un prejuicio. No sé ideológicamente a qué corresponda, quizás haya ministros que lo hacen por temor a ser vistos cercanos al mundo empresarial, y otros tendrán algún tema más bien ideológico, que es el Estado el que debe conducir absolutamente todo y entrar a planificación económica, cómo se planteó implementar la reapertura que se planteó y que es absurda: abro este sector, abro el otro y no se dan cuenta de que uno está relacionado al otro, y que uno no puede producir sin el otro. Así no funciona la economía. Creo que ha habido sesgo ideológico y una gran desconfianza hacia el sector privado. El tema sanitario y parte de la emergencia hubieran sido mejor manejados si se incorporaba al sector privado. Hay que recordar cómo fue manejado el fenómeno de El Niño costero, una crisis muy diferente donde se incorporó al sector privado en toda la cadena logística y de respuesta, se pudo manejar mejor el momento de la crisis. Hay esta desconfianza, la vemos en otro ámbito, en el tema de la reconstrucción del norte, se viene requiriendo, desde lo que vimos en la organización de los Juegos Panamericanos, que para megaproyectos, han tenido que pasar tres años para llegar a este acuerdo de gobierno a gobierno con Reino Unido para poder atender la reconstrucción. No tiene sentido haber esperado tanto tiempo; mientras tanto, la población del norte sigue sufriendo consecuencias de la destrucción de infraestructura, hospitales, escuelas. Por ejemplo, para la repartición de las canastas alimenticias, sabemos que los gobiernos locales son heterogéneos –que algunos funcionan muy bien, otros regular y otros muy mal-, e insistimos por sesgo ideológico en utilizar gobiernos locales para la repartición de canastas que no llegaron, y no usar la cadena logística del sector privado.

Eso se extiende al plan Reactiva. Hay críticas al plan Reactiva y eso no hace avizorar que el plan Arranca Perú sea sostenido por las propias autoridades que lo han propuesto. Hablemos primero de Reactiva.

Creo que hay mucha confusión en la opinión pública. Reactiva es un programa que pretende reactivar o, mejor aún, evitar que las empresas mueran dándoles acceso al crédito, que lo entregan los bancos, con garantía parcial del Estado entre 80% para las empresas grandes y 98% para las más pequeñas. No es un regalo, no es un subsidio del Estado. Al Estado le va a costar esto en la medida que las empresas no paguen sus deudas, y yo creo que la mayoría de empresas va a pagar sus deudas. Sobre todo las más criticadas, las medianas y grandes. Entonces, ¿por qué se critica a las empresas grandes?, ¿por qué habría que haber discriminado a empresas grandes y medianas de este programa? Son empresas que pagan sus impuestos, son empresas que cumplen con buena parte de las formalidades y todas las que lo exigen son empresas que además han venido pagando sueldos, necesitan ese dinero para pagar a sus trabajadores que están en suspensión perfecta cuando unas lo han aplicado para pagar a sus proveedores y así permitir que los proveedores paguen sus obligaciones; si no, se rompe la cadena de pagos; sin embargo, se ha estigmatizado de una manera poco seria a todas las empresas medianas y grandes que han recibido estos créditos. Eso no tiene ningún sentido, no veo ninguna razón para hacerlo. Más aun, reitero, se está confundiendo, se está diciendo que el gobierno les ha prestado la plata. No es así, esto le puede llegar a costar al gobierno solo si las empresas no cumplen con sus obligaciones en los próximos cuatro años, yo confío en que la gran mayoría lo haga.

Muy bien, pero, ¿por qué el gobierno no defiende y no explica, no insiste en explicar en lo que consistió Reactiva? Eso es parte de este prejuicio, desconfianza, como lo has llamado tú, respecto del sector formal. Pero Arranca Perú tiene otras motivaciones. La ministra Alva ha dicho, por ejemplo, que va a anunciar un paquete de medidas adicional. Todavía no lo anuncia, pero es otro plan. Está dirigido a fomentar empleo. Ayúdanos haciendo un análisis porque Arranca Perú tendría que funcionar, debería funcionar o no va funcionar a partir de la forma en que el gobierno lo está proponiendo.

Esta crisis tiene dos aspectos, tiene un aspecto de irrupción de la actividad productiva a raíz del COVID-19 por todo lo que te comenté y también tiene un tema por el lado de la demanda, que empiece a generar demanda de recursos y la economía se empiece a mover porque la familia, el gobierno, las empresas, alguien empiece a gastar más. Lo que pretende este programa es que el Estado sea el primero que empieza a gastar más para empezar a mover la economía nuevamente. Y lo va a hacer con un programa muy agresivo, sobre todo mantenimiento de carreteras, que hoy en día están en manos de gobiernos locales, regionales y el gobierno central va a inyectar muchos recursos. Todo esto presupone que los serios problemas de disposición presupuestal que ha tenido el gobierno en los últimos años puedan ser resueltos. Si no, va a ocurrir lo mismo que ha ocurrido en otros programas de estímulo fiscal en los cuales el gobierno decide gastar más, pero esta decisión de mayor gasto no se termina convirtiendo en un real gasto; ojalá que así sea, pero es un reto grande. Ahora, el gobierno está hablando de este programa Arranca Perú sin haber terminado de reabrir bien la economía. Entonces, si es que no se termina de reabrir la economía, ¿cómo va a empezar a funcionar todo el aparato productivo? Tengo algunas dudas de cómo puede funcionar ahí. En todo caso, es un programa que eventualmente está bien orientado: mantenimiento de carreteras, mejor Estado. Eso genera mayor productividad, mejor calidad de vida para quienes viven en las regiones, etc. El tema es si el Estado finalmente va a ser capaz de ejecutar ese gasto y tenemos serias dudas siempre de que el Estado pueda hacerlo.

Para reactivar se necesita diligencia, se necesita decisión, pero también se necesita anular una serie de trabas burocráticas que ya existían y otras que se han venido imponiendo, precisamente, durante la crisis. En fin, una serie de trabas que han surgido, por ejemplo, del Ministerio de la Producción, en muchos casos. ¿Cuáles son las trabas que urgentemente hay que desactivar para poder reactivar la economía y en qué sectores primordialmente?

Yo quisiera diferenciar dos ámbitos: el tema de la reapertura económica del tema de todo el destrabe en general de la economía peruana. En el tema de la reapertura económica, creo que ir a un sistema de un protocolo generalizado con declaración jurada y con un control, con una fiscalización posterior, centralizada y con parámetros claros porque hoy día fiscalizan los ministerios, fiscaliza la Sunafil, fiscalizan las regiones, los gobiernos locales, fiscalizan todos. Entonces, es una locura para las actividades productivas permitir visitas de inspectores municipales del Minsa, del Ministerio de Trabajo, del ministerio del ramo de la autoridad ambiental, en fin, de quien corresponda. Entonces, creo que hay que ordenar el proceso de fiscalización, pero creo que debemos ir al sistema de un protocolo general claro, transparente, donde uno, con una declaración jurada, pueda empezar a mover su actividad productiva y luego una fiscalización y, si alguien lo está flagrantemente incumpliendo, pues se le cierra y se le castiga, eso para la reapertura. Luego, si queremos realmente agilizar la ejecución de proyectos de inversión, creo que en el corto plazo esquemas como el gobierno a gobierno, que se está ejecutando para la reconstrucción en el norte, nos permiten saltearnos todo lo engorroso de los trámites de contratación del Estado peruano. Creo que si uno ve cuán engorroso es el Estado peruano, permítame poner un ejemplo del sector que hoy en día está en la primera línea de todos los medios de comunicación, que es el sector salud y aquí voy a graficar un poco los problemas que tiene el Estado peruano en ejecución de gasto y de los trámites engorrosos. AFIN, el gremio de empresas vinculadas a la infraestructura, hizo recientemente un pequeño estudio donde muestra que en el periodo 2010-2019 se adjudicó la construcción de 49 hospitales. De estos hospitales construidos en la última década solo están concluidos 17 y funcionando 15. De todo el resto, hay dos que están yendo con su plan de construcción, pero hay muchísimos, 12 por ejemplo, que están paralizados o con contrato resuelto. Es decir, hoy por hoy, al 2020 deberíamos tener 49 hospitales construidos y solo hay 15 funcionando. Y esto por todos los temas de contratación, puede haber temas también de bases, de estudio de factibilidad, no importa la razón, pero te demuestra los problemas que tiene el Estado peruano. Veamos en medicinas. Apoyo recientemente hizo para un gremio empresarial un estudio que muestra que en el periodo 2013-2018 el presupuesto de compra de medicinas no se ejecutó, suma 800 millones de soles; es decir, se presupuestó y no se gastó: 800 millones de soles de medicinas que no llegaron a los afiliados al SIS o a toda la gente que se atiende en los hospitales del Minsa. Y un último punto, esto para ver el gasto corriente, y otra la manera en como el sector privado tiene que interactuar con el Ministerio de Salud: lo engorroso que son las aprobaciones de medicamentos, que es un estudio que también hicimos en la empresa. Un medicamento para el cáncer de mama que fue aprobado por la FDA, la autoridad americana, tomó 18 años en el Perú para que esté disponible para pacientes del Minsa. Entre trámite de Digemid, inscripción en el petitorio para que pueda ser recetado y hay otros dos medicamentos que hicimos el track, que tomaron 14 años; hablamos de cáncer rectal y pulmón, definitivamente no tiene ningún sentido y hace que nuestros pacientes no estén accediendo a medicamentos de calidad: 18 años es una barbaridad. Es lo que refleja la disfuncionalidad de nuestro Estado.

Ahora, necesitamos aprovechar la mejor de las circunstancias para anular esas trabas burocráticas porque, de lo contrario, no vamos a poder reactivar nada. Parte de la urgencia es que esto se haga rápido; entre tanto, las familias están abandonadas sin empleo y van a ser más si no se actúa diligentemente.

Efectivamente y aquí lo importantes es cuál es la agenda que se está viendo en el Perú. La economía, con todos sus problemas, ha funcionado. Hay mucho que hacer de la economía: hay temas de diversificación productiva, pero mal que bien estaba caminando. Los grandes retos los teníamos en la institucionalidad política y en el funcionamiento del Estado y venimos repitiendo hace 15 años todos estos problemas que se han generado. Por ejemplo, hemos visto a la doctora Mazzetti, que se ha fajado mucho en esta crisis, ha sido ejemplar lo que ha hecho, cómo ha trasmitido lo complicado que es liderar en el Minsa. Decir que se haga A y se haga A, porque tiene que pasar instancias regionales, una cadena de mando muy complicada. Eso es el funcionamiento del Estado, pero, en vez de estar discutiendo, hoy en día cómo mejoramos la institucionalidad política y cómo mejoramos el funcionamiento del Estado, estamos dedicándonos a destruir el pilar que funciona, que es de la economía, con toda la avalancha populista que proviene del Congreso y también con la actitud que varios ministros han tenido en su manejo de la crisis. Y eso es lo TRISTE, es lo preocupante de los meses y años que vienen en el Perú.

¿Cuál debería ser, en tu opinión, la iniciativa que debería tomar el Ministerio de Economía y el propio presidente Vizcarra para lograr un entendimiento con algún sector al interior del Parlamento, que en efecto lo que dices es cierto: el populismo está avanzando desde los dos extremos, está avanzando, el gobierno se ha contagiado varias veces de ese populismo. En realidad, lo estamos pagando los peruanos, pero se necesita, por lo menos, un poco de sensatez y estoy segura de que en el Congreso hay parlamentarios que son sensatos. El problema es que los que gritan y llaman la atención son los que no lo son precisamente, pero, ¿el gobierno, en tu opinión, ha hecho un esfuerzo de acercamiento para intentar un equilibrio, para encontrar un diálogo?

Recientemente se hizo un acercamiento. Primero, la mayor parte de Congresos que hemos tenido en el Perú, los últimos 20, 25 años, ha tenido una ambientación populista, pero siempre ha habido una dinámica por la cual la bancada oficialista trabajaba de cerca con el gobierno, con el primer ministro y con el ministro de Economía y el ministro de Economía cumplía un rol con algunos vínculos de congresistas en el Parlamento, cumplía un rol de defender y evitar que iniciativas populistas prosperaran. Por ahí prosperaron algunas, pero la gran mayoría se contuvo, y eso con un trabajo político, donde estaba involucrado el primer ministro, el ministro de Economía y ministros sectoriales. Eso implica trabajo político, dado que no tiene una bancada para acercarte, trabajar con ellos, involucrarlos en materias legislativas, hacerlos partícipes de los éxitos del país, en fin, hacer política. Y lo triste es que no se está haciendo política. Entonces, el Ejecutivo va por un lado, el Congreso va por otro. El Congreso saca medidas que luego el Ejecutivo la mayoría las observa. El Congreso quizá algunas de ellas por insistencia las apruebe y en el camino vamos dinamitando los pilares de la estructura económica. Entonces, creo que lo que más falta es el manejo político con el Congreso y aquí un poco una reflexión: si uno ve los buenos primeros ministros o ministros en general que hemos tenido en los últimos 31 años, han sido o buenos políticos o respetados tecnócratas o buenos gestores o algunos que combinaban dos, incluso tres, de estas características. Hoy día vemos una carencia de muchos ministros de estos atributos. Si no hay un grupo de ministros que haga política, estamos complicados, porque dejamos al Congreso solo y si lo dejamos solos, terminan sacando normas entre gallos y medianoche que van a generar un perjuicio inmenso y esto estamos viendo en el debate económico a espacios donde nunca imaginé que se iban a dar. Por ejemplo, leí un artículo de Iván Alonso que reseñaba la presentación de un profesor de la Universidad Católica en la Comisión de Reformas del Sistema de Pensiones en el Congreso donde básicamente lo que pone este profesor es un tema que nunca pensé que se iba a escuchar: es la confiscación del 50% de los ahorros provisionales que tenemos los afiliados en el sistema privado de pensiones, porque tratar de traspasar ese 50% a otro fondo sin propietario es una confiscación. Eso que evidentemente motivaría decenas, si no cientos de miles de juicios al Estado peruano, si prosperara -no creo que prospere y espero que el Congreso no le haga caso- el solo hecho de plantearlo nos hace ver como el debate económico se está moviendo a espacios realmente peligrosos.

Evidentemente ahí tenemos mucha responsabilidad los electores. De pronto, podríamos haber terminado eligiendo a las personas que decidirán destruir nuestra previsión, nuestra jubilación, y pensar que la jubilación es una decisión privada. Los que estamos en una AFP por una decisión privada contratamos con una empresa con un fondo de pensiones que es privado y tenemos una relación privada; a pesar de eso, hay gente queriendo confiscar. El gobierno ha tardado 90 días para reunirse con la Confiep, que reúne a su vez a las cabezas de los gremios productivos del país. ¿Tienes optimismo? ¿Crees que a partir de esta reunión la relación va a cambiar entre el sector público y privado, se va a escuchar un poco más a los que saben generar trabajo?

Quiero ser optimista, algo optimista. Me imagino que la previsión del PBI del Banco Mundial de 12% fue un revulsivo en el gobierno. Espero que así haya sido la desaparición, evaporación, del 50% de los empleos en Lima de gente que ha sido botada a la informalidad y al desempleo. Creo que también debe haber generado un impacto y espero que signifique una toma de conciencia de la importancia de conversar con el sector privado, escuchar sus planteamientos, sus ideas, escucharlo no es ningún pecado y a veces siento que al más alto nivel político hay un temor de escuchar al sector privado o reunirse y entender sus ideas o preocupaciones y luego tomar la decisión de Estado que corresponda tomar, pero generar esos espacios en lo absoluto significa que el Estado o el gobierno esté entrando en malas prácticas. En todos los países del mundo, el Estado y el sector privado conversan transparentemente y el Estado al final es el que toma las decisiones que deba tomar. Ese espacio de diálogo se perdió en todos los últimos meses y espero que estos primeros indicios sean una señal de una recuperación de los mismos.

Ojalá sea así en términos económicos. ¿Qué crees que deba hacer el presidente Vizcarra? ¿Qué medidas concretas debiera tomar para iniciar la reactivación?

Se requiere cambio de políticas y de rostros, porque si no hay cambio de rostros, no hay cambios de políticas y creo que se requiere dar un nuevo aire al gabinete con gente que esté comprometida con la gestión, que tenga claro que ‘yo soy ministro del sector porque mi responsabilidad frente al país es que esa actividad con todos los resguardos sanitarios obvios empiece a producir, a mí me deberían medir por la producción de mi sector, por cuánto se ha desarrollado, por cuánto innova mi sector’ y creo que si no tenemos ministros de esa característica, vamos a estar en lo mismo en los siguientes meses

TENGA EN CUENTA:

– Gianfranco Castagnola es presidente ejecutivo de APOYO Consultoría. Ha sido director del Banco Central de Reserva y presidente del Patronato de la Universidad del Pacífico y de la Cámara de Comercio Italiana.

-Advierte que el Estado enfrenta una serie de problemas en la ejecución de gasto y por trámites engorrosos.

– Señala que un estudio de AFIN estableció que entre 2010 y 2019 se adjudicó la construcción de 49 hospitales pero solo funcionan 15 por diversos motivos. “Eso demuestra la disfuncionalidad de nuestro Estado”, acotó.

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