En un escenario global marcado por algunos retrocesos en los compromisos climáticos y sociales de gobiernos y empresas, y el debilitamiento de las agendas ambientales en campañas electorales, se vuelve inevitable que las empresas asuman un rol activo en la construcción de un entorno más sostenible. Y en el Perú, donde persisten crecientes brechas sociales y una institucionalidad frágil, su participación es aún más crítica. Frente a esta realidad, la sostenibilidad no puede tratarse como una actividad accesoria: debe convertirse en una herramienta central de gestión, capaz de generar valor compartido y fortalecer la confianza de los stakeholders.
En ese contexto, APOYO Consultoría revisó más de 80 reportes de 2023-2024 de grandes empresas que operan en el Perú y que figuran en rankings de sostenibilidad, para identificar oportunidades en el diseño e implementación de sus estrategias ESG. El análisis incluyó diversos sectores —minería, construcción, educación, retail y servicios financieros, entre otros—, con lo cual se consideró un espectro representativo del ecosistema empresarial.
Los hallazgos evidencian avances importantes, pero también retos estructurales. El 82% de las empresas reporta indicadores ambientales, enfocados principalmente en emisiones, consumo de agua y gestión de residuos. Sin embargo, solo el 44% de empresas presenta indicadores metodológicamente sólidos, con líneas de base y metas que reflejen los objetivos en esta temática.
En el ámbito social, aunque un 92% declara ejecutar iniciativas sociales, solo el 28% utiliza indicadores que midan impactos reales —como mejoras en salud, educación o ingresos— que sean relevantes a las empresas por la naturaleza de sus negocios. Predominan métricas de actividad (por ejemplo, número de beneficiarios), pero no se documentan transformaciones en la calidad de vida de las personas.
Pasos para una estrategia ESG
Para enfrentar estos retos, es clave que las empresas desarrollen su acción en sostenibilidad con un foco estratégico. En la experiencia de APOYO Consultoría trabajando estrategias de sostenibilidad, es efectivo construirlas a partir de cuatro etapas:
- Diagnóstico: una evaluación exhaustiva de riesgos e impactos en materia de ESG, de manera articulada con la visión de largo plazo del negocio
- Diseño: la definición de prioridades e indicadores de impacto con metas que reflejen resultados relevantes en los stakeholders
- Implementación: el diseño de una hoja de ruta con acciones priorizadas y mecanismos de gobernanza
- Medición: la definición de mecanismos de seguimiento, monitoreo y evaluación, que permitan a las empresas aprender, corregir y mejorar de manera continua.
Durante el diagnóstico, es clave realizar una evaluación integral que considere tanto el impacto del entorno en el negocio como el impacto del negocio en el entorno (conocido como doble materialidad). Por ejemplo, cumplir solo con regulaciones ambientales limitaría la estrategia a mínimos esfuerzos en tecnologías más limpias. Sin embargo, el análisis de doble materialidad amplía esta visión al considerar también las oportunidades de mayor productividad de la operación, los impactos en la comunidad y los riesgos reputacionales. Este enfoque integral impulsa inversiones en eficiencia de recursos y gestión comunitaria, que redundan en una mayor sostenibilidad y resiliencia financiera de largo plazo.
A pesar de su relevancia, se identifica que solo el 18% de las empresas analizadas realizan este tipo de diagnóstico, lo que revela una oportunidad de mejora importante para alinear la sostenibilidad con la estrategia del negocio.
Además, durante la implementación de la estrategia, es esencial la articulación con otros actores para maximizar los impactos positivos. Según un sondeo reciente de APOYO Consultoría a líderes empresariales, el 51% de las empresas encuestadas considera crucial colaborar con el sector público, y el 41% lo ve igualmente importante con el sector privado, lo cual confirma el interés en esta cooperación y sus potenciales sinergias.
Finalmente, en el contexto actual del Perú, es necesario que los procesos para implementar la estrategia de sostenibilidad sean dinámicos y se adapten constantemente a las reformas regulatorias y emergencias sociales. Así, en un entorno de baja confianza ciudadana, las empresas requieren estrategias integrales en ESG, que consideren un diagnóstico de riesgos e impactos estrechamente vinculados con la estrategia de largo plazo de las empresas, para contribuir de manera efectiva al desarrollo sostenible del .
¿Y si utilizamos medidas integrales de bienestar?
Es evidente la necesidad de que las empresas fortalezcan la medición de indicadores sociales en su entorno. Sin embargo, un reto al abordar el bienestar social es reconocer su naturaleza multidimensional, pues no se limita a lo económico, sino también abarca dimensiones como educación, salud, seguridad, entre otras.
¿Conocemos el nivel de bienestar de los stakeholders en toda su complejidad? Contar con mediciones al respecto ofrece una línea de base completa sobre los factores asociados, permite priorizar acciones en los más vulnerables y facilita el diseño de intervenciones que aborden varios factores en simultáneo.
La reciente adopción oficial de una medida de pobreza multidimensional en el Perú es una oportunidad para que el sector privado se integre al proceso, a través de la medición del bienestar en sus áreas de influencia. Es momento de que las empresas den un paso adelante e incorporen estas métricas para optimizar el impacto.