En el Perú existe una profunda desconexión entre las demandas ciudadanas y la oferta de servicios públicos. Problemas como la inseguridad y la corrupción siguen sin respuesta, pese a ser considerados como los principales males por más del 50% de la población del país. Algo similar sucede con las brechas de acceso a servicios básicos y la inestabilidad política. Problemas con los que más de la mitad de los peruanos cree que los empresarios deben involucrarse activamente.
Esa expectativa, sin embargo, empieza a encontrar cierto eco. Las empresas están involucrándose, fortaleciendo sus áreas de sostenibilidad, profesionalizando la gestión y llevando esta agenda al centro del negocio. Porque, hoy, la sostenibilidad se concibe como una inversión estratégica. Y, desde el área de Sostenibilidad y Políticas Públicas de APOYO Consultoría, identificamos cuatro tendencias claras que vienen reflejando este cambio.
1. Producción limpia y eficiencia ambiental
La primera es el avance hacia modelos productivos más limpios. Según un sondeo de Apoyo Consultoría, cuatro de cada 10 empresas grandes ya implementan proyectos de producción limpia y economía circular en el país. Estos esfuerzos generan impactos importantes. Prueba de ello es que sólo las empresas participantes del Distintivo EGS 2024 de Perú Sostenible redujeron en 84% sus residuos en tres años.
A nivel sectorial también hay progresos. En la industria cementera, por ejemplo, Unacem convirtió su planta de Atocongo a gas natural, reduciendo costos y emisiones, y Cementos Yura ha instaurado el uso de combustibles alternativos. Innovaciones que disminuyen la emisión de gases de efecto invernadero en el país y acercan a la industria a estándares internacionales.
2. Desarrollo territorial con enfoque integral
La segunda tendencia es el trabajo de empresas con proyectos territoriales que generan bienestar más allá del negocio. Estos se enfocan en cerrar brechas productivas y de acceso a servicios. Y es que, mientras Lima concentra casi la mitad del PBI del Perú, reflejando una gran brecha territorial en términos productivos, en zonas como la Amazonía menos del 40% de los hogares cuenta con servicios de agua, saneamiento, luz y acceso a internet fijo adecuados.
Ante estas preocupantes brechas en el desarrollo territorial, grandes grupos empresariales del país ya han comenzado a involucrarse y a aportar en el cierre de dichas brechas. El proyecto de Innovación y Desarrollo Turístico en el Valle del Colca, impulsado por Credicorp con actores locales para combinar inversión social y productiva con intervenciones en educación, vías, conectividad, salud y turismo sostenible, es un destacable ejemplo de ello.
3. Cadenas de valor inclusivas
A nivel global, las cadenas de valor de productos oriundos con participación comunitaria se consideran una vía para restaurar y conservar los ecosistemas y aprovechar la demanda por productos sostenibles. Porque la sostenibilidad, la competitividad y la conservación pueden avanzar juntas.
Hoy, empresas con presencia en el mercado local y la cooperación técnica están trabajando en el fortalecimiento de cadenas diversas como la de bolaina, el tarwi, el aguaje o la castaña. Natura, por ejemplo, ha desarrollado la cadena de manteca de copoazú en Madre de Dios, junto con Candela y asociaciones locales, en un modelo que genera ingresos sin deforestar. Y que le hace frente a desafíos como la baja adopción tecnológica, la falta de logística y la limitada estrategia comercial.
4. Profesionalización de la gobernanza ESG
Finalmente, la cuarta tendencia es la creciente profesionalización de las áreas de sostenibilidad en el país. Hoy en día, muchas se integran a la estrategia corporativa e incorporan cada vez más perfiles con experiencia operativa y comercial, facilitando la alineación entre objetivos ambientales y sociales y la competitividad del negocio.
Aunque aún falta profundizar esta práctica, más del 80% de empresas locales ya reportan indicadores sociales y cerca del 30% miden cambios reales en el bienestar. Esta tendencia, junto a las otras antes descritas, revelan un compromiso empresarial cada vez más técnico y estratégico.
En un país con instituciones frágiles, estas y otras experiencias muestran que es posible generar valor económico y social simultáneamente. Porque la sostenibilidad es una inversión que fortalece la confianza, impulsa la innovación y sienta las bases para un desarrollo más inclusivo y duradero.
