Datos e informalidad

Ángel Guillén, director de Analytics de APOYO Consultoría, destaca el valor del uso de datos como fuente de crecimiento y medio para hacer frente a la informalidad en América Latina, a partir del análisis de tres casos exitosos en los que los datos lograron reducir esta problemática.

Columna publicada en América Economía.

Con una informalidad de alrededor del 50%, América Latina es una de las regiones que menos explota el uso de la información para agregar valor a los productos y servicios que comparten sus más de 600 millones de ciudadanos.

Tradicionalmente, las políticas públicas han apostado primero por la formalización y luego por el uso de datos, buscando mecanismos tributarios, regulatorios o de acceso al crédito. Si bien ha habido mejoras, lo cierto es que la informalidad sigue siendo un fenómeno crónico en la región y el COVID-19 amenaza con borrar lo avanzando en las últimas dos décadas.

¿Hay una segunda vía? Veamos tres ejemplos de cómo los datos pueden reducir la informalidad.

Primero, en países del este y sudeste del Asia es común tener una tarjeta o un código QR para pagar los servicios de transporte y que además pueden ser usados para realizar compras en pequeños establecimientos al paso, incentivando que el negociante esté bancarizado y sea formal. Más aún, esta información luego puede ser analizada para identificar patrones de compra y mejorar la propuesta de valor de los negocios.

Segundo, las nuevas regulaciones de open banking en Europa han favorecido el surgimiento de miles de emprendimientos que usan los datos de millones de usuarios de múltiples bancos de manera compartida para brindar servicios financieros más competitivos. Al cruzar más información se puede tener un mejor perfil del riesgo. Nuevamente, el pequeño negocio tiene el incentivo para estar bancarizado.

Tercero, la crisis del COVID-19 ha evidenciado que nuestros sistemas de salud son sumamente precarios, con serios problemas de cobertura y atención primaria. La historia clínica electrónica y la interoperabilidad entre hospitales mejoraría la atención; y, con el uso de los datos, se podrían generar algoritmos que alerten de manera temprana los riesgos de salud de las personas. Mientras más usuarios integren este sistema, los beneficios, gracias al uso masivo de la información, serán mayores.

Ahora pensemos en un pequeño negocio cercano a una estación de transporte público que gracias a las ventas con código QR recibe más clientes, su registro de ventas es usado por una fintech para darle un crédito más barato y cuando le toca su chequeo rutinario se le alerta oportunamente que debe cambiar sus hábitos de nutrición si quiere evitar riesgos mayores de salud. Viendo todos estos beneficios, no tiene mayor oposición para que, cómo decimos los latinos, un poquito vaya al fisco.

Quizá sea el momento de dejar de pensar en formalizar y pensar más en “datizar”, que lo otro viene por sí solo.

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