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En un contexto en el que la colaboración entre el sector público y el privado suele parecer difícil de alcanzar, la modernización del Aeropuerto de Anta, en Áncash, ofrece una excepción valiosa. La obra, ejecutada con una inversión de S/55 millones ha permitido que haya vuelos comerciales diarios, recortó de más de ocho horas a 45 minutos el trayecto entre Lima y Huaraz y ya ha desencadenando cambios importantes en la región.
En su primer año de operación, llegaron más de 40,000 visitantes adicionales, pero esta vez con un perfil distinto. El nuevo turista, si bien tiende a quedarse menos días en comparación con el típico turista de montaña o “mochilero”, tiene mayor capacidad de gasto por día, busca experiencias de paisaje y de descanso, y se hospeda en todo el Callejón de Huaylas, no solo en Huaraz.
Más ingresos, más empleo y más inversión
Los números y los testimonios confirman el cambio. La llegada de turistas extranjeros creció en 50% y la demanda por hospedajes de mayor categoría ya supera el 30% del total. Transportistas y operadores turísticos nos reportaron alzas de entre 15% y 50% en sus ingresos; negocios que reabrieron tras años de cierre hoy vuelven a llenarse; y algunos incluso señalan que, ahora, en feriados largos, los hospedajes del Callejón de Huaylas se llenan antes que los de Huaraz, una señal clara de descentralización del turismo.
El sector, además, ha reaccionado rápido. Solo en Carhuaz, las plazas de hospedaje aumentaron en 17% en un año. Transportistas invirtieron en unidades exclusivas para el servicio del aeropuerto, y algunos hoteles hasta duplicaron su capacidad y ya están modernizando sus instalaciones.
Este mayor dinamismo se tradujo en S/34 millones adicionales para la economía local y más de 1,000 nuevos empleos. Eso quiere decir que, por cada S/100 invertidos en la obra, ya hay un retorno para la región de S/60 solo en el primer año.
Lo que falta: la experiencia completa
Aun así, este es solo el inicio. El aeropuerto opera con un solo vuelo diario, con una capacidad equivalente a apenas el 10% de los visitantes que llegan a los sitios turísticos de la región. La experiencia de Talara muestra que, con el tiempo, al sumar frecuencias y posicionar el destino en las rutas nacionales, el flujo de pasajeros puede duplicarse.
Sin embargo, mejorar la conectividad no es suficiente. La experiencia completa es lo que convierte un viaje en una recomendación y a un visitante en un promotor del destino. Hoy, varios accesos a las lagunas y nevados del Callejón están en pésimas condiciones, obligan a avanzar a diez o veinte kilómetros por hora, y carecen de baños adecuados, señalización y conectividad. El ejemplo más claro del efecto multiplicador de invertir en la experiencia turística integral es Chachapoyas. Allí, la mejora del aeropuerto, la carretera, los servicios turísticos (incluido el teleférico a Kuélap) y la inversión en marketing triplicaron el número de visitantes en pocos años y consolidaron al destino en la ruta nacional.
El caso Anta demuestra que, cuando el municipio, las empresas y la comunidad se alinean en una obra de alto impacto, el beneficio llega pronto y se distribuye. Con más vuelos, carreteras en buen estado y servicios que acompañen al turista, Áncash no solo asegurará su lugar en el mapa, sino que convertirá la conectividad aérea en un motor de desarrollo sostenido.
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